lunes, 23 de marzo de 2009

LAS RUINAS DE COPÁN ME COPAN

Las ruinas de Copán te copan. Y luego de 9 años de espera, casi 8 entré a esas ruinas.





Dicen que los sueños se cumplen. Y las promesas también. Y una tradición milenaria de los viajeros del tiempo, dicen que, cuando uno viaja, debe dejar lugares para el misterio.

Esta historia es de hace tiempo. No mucho tiempo. Pero hace algunos años, escuché acerca de la maravillosa ruina de Copán en Honduras. El viaje fue largo, como este en aquel momento, y la soledad era acompañada eventualmente por personas viajeras, lo que ocurre siempre, la verdad sea dicha.









El viaje desde Tikal era largo, realmente. Y decidí seguir la tradición para poder volver. Lo dejaría en aquel momento para el misterio, así la obligación se haría inminente. Lo hice. Y esta vez, cumplí mi promesa de volver.
















Entramos.

Nos encontramos con una ruina única. Incalificable. No pudimos integrarla en nuestro ranking. Porque tiene características distintivas que la hacen incomparable.
çMenires. Está infestada de esculturas increíbles. Cada una en su parte posterior, explica, muestra y data la obra del rey que representa. Además de todos los significados místicos que se les atribuían.
Un observatorio en el centro.

Varias pirámides, y una, la más aluscinante, con jeroglíficos tallados en cada cubo de piedra que conformaban los escalones. Dicen... Dicen... que si descubren qué dice, quizás, cambie la historia de los mayas.


Subimos a cada escalón, entramos por cada puerta, caminamos cada pasillo, pasaje, pasadizo, tunel, miramos por cada ventana, todo quería que quede grabado... el antiguo deseo lo hacía más signnificativo.

El patio de los jaguares, que posee túneles excavados y construídos por los arqueólogos que muestran la fantástica virtud de construir colocando los cimientos en la propia historia. Sin destruirla. La pirámide dentro de la pirámide está intacta!












Casas, camas y habitaciones conservadas y reconstruídas respetuosamente.

En cada piedra se puede observar la mano de un hombre que dejó su marca casi eterna y que ni el tiempo, ni la selva, ni los animales, ni los musgos han podido borrar.





Las promesas se cumplen. Los sueños también. Sigamos soñando y prometiendo.

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