lunes, 30 de marzo de 2009

¿QUIÉN ES EL YETA?


Muchas fueron las congeturas que surgieron a partir de la demora del avión. Como algunos sabrán y otros no, el viaje que estaba programado para el 27 de diciembre, terminó siendo el día de los santos inocentes. "Qué la inocencia les valga!" gritó un viejo cuando la voz de nada del aeropuerto anunció que deberíamos volver a casa u hoteles de acuerdo a la situación.
En ese mismo instante surgió la discusión con mi "cumpa".

¿Quién de nosotros sería el yeta en este viaje?

Dudas. Dos fundamentaciones, obviamente patrocinadas por cada protagonista.
La primera. Basada en la inexperiencia. Basada, además, en la realidad primeriza del debut "viajístico" internacional.

Por otro lado, la experiencia de diferentes viajes sin problemas me daban ventaja, al menos, en los papeles y datos objetivos. Lo cierto fue, que en mi haber, solamente tuve algunos inconvenientes mecánicos en la empresa "Transnacional" de Bolivia, cuando viajé hasta Potosí.
Después de eso, nada.

Hasta que todas las dudas se disiparon. Digamos...

Lugar: Iberia (una de las ciudades más grandes de Costa Rica)
Volviendo de las muy yanquizadas Playas del Coco.
Ruta. Esperando Bus internacional que nos depositara en Nicaragua.
Una hora y cuarto de espera inútil (el bus nunca pasó, nos indicaron mal y luego hicimos otra travesía mucho más barata y que merece un post aparte).
Andrés sentado sobre su mochila en posición horizontal y guitarra entre las piernas. Ojotas obligatorias.

Yo parado mirando al horizonte. Jugaba a mirar los carteles de los colectivos que se acercaban.

En estas situaciones, y con dos verborrágicos empedernidos como nosotros, no hay momento, casi, para el aburrimiento, y menos para el silencio.

En un momento, decidí poner el "piloto automático" ante el campeonato 1995 de la NBA y sus figuras. De repente surgió un tema interesante ante la maniobra imprudente de un conductor suicida que casi nos pone en riesgo nuestra vida (Exagero, amor???).

Lo cierto es que comenzamos a charlar acerca de lo mal que se maneja en centroamérica. Los bocinazos. La velocidad, etc etc.
"Sí," dijo Andrés. "Viste que manejan para la mierda, pero nunca hay un accidente!"

Justo allí se escuchó una frenada, un bocinazo, una acelerada, una puteada y un golpe. Extrañamente no se escucharon vidrios en el pavimento.
Saldo: dos TOYOTA hilux (una modelo 2009 y la otra 1995) una, la primera, con un pequeñísimo raspón en el guardabarro trasero izquierdo. La otra, intacta.
En ese instante se bajaron un grupo de chetas yanquies. Que venían de jugar al tenis. (Te juro que me dieron impresión esas piernas...) Y comenzaron, en inglés, a decirle de todo al pobre moreno que manejaba el rodado de menor valor.
Él, el nativo, no quería llamar a la policía, a lo que nosotros, espectadores de lujo en esta situación, estábamos totalemente de acuerdo. El choque no había sido tan grave.
La de gringolandia no entendió razones. Habrá querido que le pague con la vida ese rezguño a su impecabilísima camioneta.
Vino la policía, una grúa, un asesor de seguros, dos agentes de tránsito, el amante de la vieja, las cuatro gordas macdondeadas no entendían un "joraca" de lo que se intentaba explicar.

Las chetas tomaron un taxi. Amontonadas. Los amortiguadores cedieron un poco. Chato quedó el auto de alquiler. El chofer de las chetas (cierto que encima tenían chofer!!!!!) comenzó a hablar con su compatriota. Luego metió la mano en una conservadora que estaba en la caja de la pick up y le dio una coca.

Fui al quiosco cercano. Nuevamente pedí instrucciones para el viaje a Nicaragua. Pedí un agua, cargué la mochila al hombro y guiamos a un francés que viajaba con su hija hasta la estación terminal municipal donde sí salían los colectivos para la frontera.







sábado, 28 de marzo de 2009

ANTIGUA VIDA MIA

Mucho más de lo que yo esperaba
entramos una noche
luego del viaje agotador
y violento

Un gran tobogán oscuro
nos depositó generoso
y el inpacto fue imponente



Una casa rojo borravino
con rejas labradas
fue la primera imagen de Antigua
y me "viajé" a Potosí, Cusco o Cuenca
y ninguna de ellas es igual
ninguna de ellas es comparable
Todas, y Antigua más
ese no se qué
que me enamora
de las ciudades


Coloridos
Antigüedad
Cuidado esmero
Amor por la ciudad
destruida otrora
que muestra las cicatrices

y hoy florece
desde las raíces fundamentales
desde las raíces de su hispanidad


Cúpulas grandes y pequeñas
miles


¿Dónde están sus balcones?
Todas sus casas son muy bajas
y quedan mas chatas
al pie de los volcanes circundantes


Vida calles piedras adoquines
Antigua es así

colorida

colonial

Antigua, no es vieja

tiene experiencia

Antigua es como vos

fascinante

atractiva

atrevida
atenta
colorida

abierta

con humor

con carácter.
Así es Antigua
y yo estuve allí
sin vos





miércoles, 25 de marzo de 2009

CIELO E INFIERNO

Desde chico, hace algunos años que aún no peinan canas, me instruyeron sobre algunos lugares bastantes particulares. Digamos que existían para esa época, lugares en los que la gente se iba o se quedaba en una eternidad desesperante.

¿Es posible pensar en eternidad?. ¿Es posible que nuestra limitadísima categoría de percepción que nos impide imaginar el número 100 en cantidad de uvas por ejemplo, nos permita abstraer y entender, verdaderamente posta posta lo que significa la eternidad?

¡Qué de cosas extrañas son las que surgen!



¿no? Un cielo al que entrarían todas las personas buenas, pero que no podían disfrutar aquellos niños que morían a pocas horas de nacer (mucho tiempo para pecar no hubo, creo...) Un eterno cielo lleno de aburrimiento. En el que entraban los niños buenos que no mentían a sus padres, ni se ensuciaban la ropa, ni rompían los quinotos bajando palomas con gomeras, ni aquellos que desaparecían para buscar aventuras en montañas lejanas. Obviamente, un lugar para los que decían discursos políticamente correctos y no se metían en discusiones eternas y testarudas. Con un cielo así, en el que en los primeros 10 minutos de la eternidad se me reventara la cabeza y exigiera me devuelvan la vida para que pueda irme de ese lugar, estaría dentro de mi mayor castigo. Sentado en una nube. Mirando qué. Haciendo qué. Un cielo al que le escribieron una comedia divina.

En el infierno, al menos, estarían todos mis amigotes. Aquellos con los que nos encontramos en el campo. Con los que jugábamos juegos de manos y de villanos. Aquellos que robábamos mandarinas de la casa del vecino. Los que jugábamos al ring raja en la hora de la siesta. Los que nos íbamos a pescar a la lagunita del parque sin avisar a la vieja. Los que se iban a Carlos Paz en bici y avisaban a su llegada. Aquellos que pensaban distinto y se atrevían a ir contra la corriente.

Digo, una cantidad de interesantísimos niños y niñas, que vivieron una niñez sin reproches y no una vida reposada. Un Infierno al que le escribieron una Divina Comedia.

Lo cierto, es que pensé todo esto cuando subí al Volcán Pacaya. Allí encontré todo lo que había soñado con el torturador infierno: CALOR, LAVA, CANSANCIO, DOLOR, QUEMAZÓN DE PIES, ASFIXIA, OLOR A AZUFRE, TEMOR POR DERRUMBES, ASPEREZA EN EL SUELO, SUFRIMIENTO, GRIS... (pero extrañamente propio, alcanzable, caminable, atrayente, solidario, misterioso...)

Por otro lado, las nubes al atardecer dejaban que el sol las dorara completamente. Lo que me hizo recordar mis sueños del ansiado cielo. CALMA, PAZ, SERENIDAD, ADMIRACIÓN, COLORES BRILLANTES... (pero extrañamente, no sentí el deseo de ir allí, por el contrario, sí sentí el miedo al abismo, a la nada, a la metáfora, al vacío...)

En el volcán Pacaya vivimos experiencias maravillosas. Un asado a la lava, no se come todos los días. Compartimos con gente de todo el mundo, el delicioso sabor de un bocado de carne cocinada al calor que emana de las entrañas mismas de la tierra.



















Luego bajamos. De noche. No hay fotos. Salieron todas oscuras. Seguimos viaje. Volvimos a Antigua (vida mía).


lunes, 23 de marzo de 2009

LAS RUINAS DE COPÁN ME COPAN

Las ruinas de Copán te copan. Y luego de 9 años de espera, casi 8 entré a esas ruinas.





Dicen que los sueños se cumplen. Y las promesas también. Y una tradición milenaria de los viajeros del tiempo, dicen que, cuando uno viaja, debe dejar lugares para el misterio.

Esta historia es de hace tiempo. No mucho tiempo. Pero hace algunos años, escuché acerca de la maravillosa ruina de Copán en Honduras. El viaje fue largo, como este en aquel momento, y la soledad era acompañada eventualmente por personas viajeras, lo que ocurre siempre, la verdad sea dicha.









El viaje desde Tikal era largo, realmente. Y decidí seguir la tradición para poder volver. Lo dejaría en aquel momento para el misterio, así la obligación se haría inminente. Lo hice. Y esta vez, cumplí mi promesa de volver.
















Entramos.

Nos encontramos con una ruina única. Incalificable. No pudimos integrarla en nuestro ranking. Porque tiene características distintivas que la hacen incomparable.
çMenires. Está infestada de esculturas increíbles. Cada una en su parte posterior, explica, muestra y data la obra del rey que representa. Además de todos los significados místicos que se les atribuían.
Un observatorio en el centro.

Varias pirámides, y una, la más aluscinante, con jeroglíficos tallados en cada cubo de piedra que conformaban los escalones. Dicen... Dicen... que si descubren qué dice, quizás, cambie la historia de los mayas.


Subimos a cada escalón, entramos por cada puerta, caminamos cada pasillo, pasaje, pasadizo, tunel, miramos por cada ventana, todo quería que quede grabado... el antiguo deseo lo hacía más signnificativo.

El patio de los jaguares, que posee túneles excavados y construídos por los arqueólogos que muestran la fantástica virtud de construir colocando los cimientos en la propia historia. Sin destruirla. La pirámide dentro de la pirámide está intacta!












Casas, camas y habitaciones conservadas y reconstruídas respetuosamente.

En cada piedra se puede observar la mano de un hombre que dejó su marca casi eterna y que ni el tiempo, ni la selva, ni los animales, ni los musgos han podido borrar.





Las promesas se cumplen. Los sueños también. Sigamos soñando y prometiendo.